Personajes Alfonso Diez |
* Los debates no cambian la mentalidad de los legisladores * Lo que dijo Lenin
Tarde o temprano tendrán que sesionar las Cámaras, de Senadores y de
Diputados, para decidir cuál será la Reforma Energética que tendremos. Esto es
evidente.
En consecuencia, una vez transcurrido el tiempo de debates acordado
entre el FAP, el PRI y el PAN no habrá más que dos caminos: se programa una
sesión extraordinaria para tomar tal decisión, o en sesión ordinaria del
Congreso, que comienza el primero de septiembre, se lleva al cabo la votación
respectiva. Esto, también es obvio.
Pero entonces, ¿cuál fue el objetivo de la toma de las tribunas, si finalmente serán los mismos legisladores integrantes de todas las bancadas en el Congreso los que tomarán la decisión? Queda claro que al final de los debates la reforma la decidirá la mayoría, integrada por el PAN y el PRI. Los setenta días de debates no van a cambiar su filiación política, ni su ideología, ni su criterio al respecto. Si iban a votar en determinado sentido, nada ha cambiado, así lo harán. Lo saben ellos y lo sabe el FAP.
La toma de tribunas no logró absolutamente nada que pueda cambiar el
tipo de Reforma Energética que se hubiera podido establecer durante el mes de
abril.
Si para evaluar los debates hubiera un jurado que determinara un ganador
y se hubiera establecido un premio consistente en estructurar la reforma en
base a los conceptos emitidos por ese primer lugar, habrían tenido algún valor
los debates, pero no es el caso. Inclusive, este planteamiento es infantil,
porque para eso existe un Poder Legislativo, integrado por ambas Cámaras.
Así que toda la parafernalia instrumentada alrededor de la toma de
tribunas, las marchas, las manifestaciones, los regaños de AMLO a Carlos
Navarrete y los insultos proferidos en contra del presidente Calderón, de Mouriño y de los legisladores no pertenecientes al PRD, al
PT, o al partido de Dante Delgado no buscaban en realidad cambiar la multimencionada reforma.
Ya lo dijo López Obrador cuando instruía a Carlos Navarrete a gritos,
conforme a la grabación difundida por todos los medios de información: “Entiéndeme, lo del debate es una vacilada,
lo que quiero es ganar tiempo…”
Efectivamente, lo hemos repetido en el espacio de esta columna de
diversas maneras: lo que quiere Andrés Manuel es denostar al sistema, al
presidente, a las instituciones y permanecer exhibiendo su figura, dictando la
agenda política nacional, con el objetivo de ganar la Presidencia de la
República. Sea derrocando a Felipe Calderón, o por los votos de la población,
en 2012.
Desafortunadamente, tanto los legisladores
del PAN y del PRI como el Ejecutivo, han caído en el juego, no han sabido,
o no han podido eliminar las presiones y siguen el sendero que les va marcando
el líder del FAP.
La vida política nacional se ha trastocado de tal manera que no se
pueden tomar decisiones importantes si éstas disgustan al “presidente
legítimo”.
Claro, el PRD y el ex jefe de gobierno del DF han perdido muchos
adeptos, pero ahora este último amenaza con duplicar el ejército de “adelitos y
adelitas”, además de afiliar a diez millones de familias para junio de este año.
En otras palabras, este movimiento va a crecer, con una bandera falsa,
la de la privatización de la Reforma Energética, pero va a crecer y cuando en
el gobierno federal se den cuenta será demasiado tarde, difícilmente podrán
parar al gigante en las calles.
Entonces, ¿quién ganó y quién perdió con la toma de tribunas?: perdieron
todos. Perdieron el PAN y el PRI porque se tuvieron que someter a los dictados
del ex candidato a la presidencia; perdieron el PRD y los partidos que lo
acompañan en su aventura, porque a medida que la gente pensante se da cuenta de
las mentiras y las maniobras de los que conforman el FAP se aleja de ellos y
esto va a reflejarse en las urnas; perdió el gobierno de Felipe Calderón porque
simple y sencillamente no lo dejan llevar al cabo su proyecto de nación y
perdió México porque en estas circunstancias no es posible avanzar.
Hay otros que perdieron, como el coordinador de los senadores del PRD, Carlos Navarrete, cuya figura cayó al
nivel más bajo, se reveló como un hombre sin decisión, sin ideología, que hace y dice lo que le ordena Andrés Manuel:
“pero si hice lo que tú me dijiste” se escucha en la grabación, y se adivina:
“¿por qué te enojas conmigo?”. Se reveló como Carlitos, el incondicional,
que además ya anunció públicamente su cambio de bando, ya no apoyará a Jesús
Ortega, ahora sólo seguirá las órdenes del Peje.
Perdieron también Marcelo Ebrard y Jesús Ortega, porque como aspirantes
evidentes a la candidatura del PRD por la Presidencia de la República, conforme
el movimiento personal del tabasqueño crece, disminuyen las posibilidades de
éstos. Y si el Peje logra imponer a Encinas como presidente de su partido, con
mayor razón, que se olviden de sus sueños de gloria.
Parecía que se había acabado en nuestro país la etapa de los caudillos,
de los mesías enviados por el cielo para resolver los
problemas de los más pobres, pero estamos viendo que no es así.
Lenin decía que el día que
cualquier cocinera pudiera ser Jefa de Estado, la Unión Soviética daría el paso
al Comunismo. Ese momento nunca llegó y el Socialismo se derrumbó. Pero
la expresión del líder soviético significaba que cuando en una nación ha
crecido lo suficiente la educación a nivel masivo, de tal manera que cualquiera
tiene la preparación para presidir el gobierno, se podrá dar el paso a una
etapa más avanzada de desarrollo.
Desafortunadamente, hay que ser honestos y decirlo claramente, en México la gran mayoría de la población está no sólo en los basamentos de la educación, sino mal informada y por lo mismo fácil de manipular. Sigue banderas que desconoce, pero la simpatía por el líder le pone una venda en los ojos que la puede llevar al derrumbe… y hacia allá vamos. |